DISEÑADOS PARA LA VIDA:

Estamos bien construidos, desde la célula a la complejidad del ser humano somos organismos capaces de autorregularnos, en continuo intercambio nutricional con el medio, merced a una “inteligencia adaptativa” fascinante. Esta capacidad de adaptación se basa en la predicción (aprendizaje) y la variación adaptativa del medio interno. En el ser humano quien se encarga de ello es el Sistema Nervioso, capaz de aprender y predecir a partir de la experiencia y ajustar la respuesta que enviará al resto de sistemas. Juega un papel en casi todos los aspectos de nuestra salud y bienestar, desde las actividades cotidianas como despertarnos hasta actividades simples como respirar, o procesos complejos como movernos, pensar, leer, recordar y sentir emociones. En general regula las actividades rápidas del cuerpo, como la contracción muscular, cambios súbitos en la actividad visceral e índices de secreción de algunas glándulas endocrinas. Y también en él reside la capacidad de generar pensamientos, almacenar recuerdos, experimentar autoconciencia.

Los órganos que integran el Sistema Nervioso están formados fundamentalmente por el tejido nervioso, cuyo principal elemento constitutivo son las neuronas, células altamente especializadas capaces de comunicarse entre sí a través de impulsos nerviosos. Y éstos, para propagarse de una neurona a otra, precisan de los neurotransmisores. Existen distintos tipos, cada uno de ellos con distintas funciones. Aún no se conoce cuántos operan en el organismo, hasta la fecha se han contabilizado alrededor de un centenar. Los principales son acetilcolina, serotonina o hidroxitriptamina (5-HT), adrenalina y noradrenalina, glutamato, dopamina y ácido gamma-aminobutírico (GABA). Existen neurotransmisores excitadores, inhibidores y moduladores. Los primeros se dirigen a la neurona de destino para excitarla y activarla. El glutamato, adrenalina y noradrenalina son los principales. Los inhibidores bloquean una actividad disminuyendo la probabilidad de que la neurona o célula receptora ponga en marcha una determinada acción. Entre estos están la serotonina y el GABA. Algunos neurotransmisores son de doble propósito y pueden tanto excitar como inhibir, dependiendo del tipo de receptor. La dopamina y la acetilcolina son dos de ellos.

NEUROTRANSMISORES PRINCIPALES:

  • Dopamina:  Participa en múltiples procesos cerebrales. Asociada con los mecanismos de recompensa del cerebro: al superar los retos cotidianos experimentamos placer gracias a la liberación de dopamina. También con el movimiento muscular, memoria, atención, aprendizaje, fluidez verbal, regulación del sueño y del humor. Niveles bajos se relacionan con la desmotivación, problemas en la toma de decisiones y descenso de la libido. Niveles elevados se relacionan con síntomas psicóticos. Por otro lado, escasez de dopamina en las áreas motoras del cerebro es responsable de la enfermedad de Parkinson.
  • Noradrenalina: Cumple con funciones importantes como mantener la atención y la vigilia, provocar la respuesta de lucha-huida, modular la motivación, toma de decisiones, velocidad de procesamiento, memoria. En niveles bajos, en conjunto con otros neurotransmisores, puede ser responsable de la depresión. Es prevalente en el sistema nervioso simpático, e incrementa la tasa cardíaca y la presión sanguínea.
  • Adrenalina: Se libera en situaciones de estrés, aumenta el ritmo cardíaco, la presión sanguínea y el flujo sanguíneo hacía los músculos más grandes. El estrés tiende a agotar nuestro almacén de adrenalina, mientras que el ejercicio físico tiende a incrementar su niveles.
  • Glutamato: Es el principal neurotransmisor excitatorio. Está relacionado con más del 90% de todas las conexiones sinápticas en el cerebro humano. Dentro de las funciones que cumple está facilitar la plasticidad sináptica, con una participación activa en las funciones sensoriales, motoras, cognitivas, el aprendizaje y en la memoria. El glutamato en cantidades excesivas resulta tóxico para las neuronas
  • Acetilcolina: Dentro de sus principales funciones está la estimulación de los músculos (también los gastrointestinales), promover la neuroplasticidad, almacenar recuerdos, activar procesos cognitivos como la atención y la excitación, activar el sueño REM (donde aparecen los ensueños) o estimular los sentidos al despertar. Niveles bajos están relacionados con la pérdida de la memoria, de concentración, velocidad de procesamiento y del aprendizaje.
  • Serotonina: Ayuda a regular el estado de ánimo, el comportamiento social, el apetito, la digestión, el sueño y la vigilia o el deseo sexual. También en la modulación de la ansiedad y la agresividad. Produce una sensación de bienestar, serenidad, autosatisfacción y concentración. En el intestino se produce el 95% de la serotonina, donde regula los movimientos peristálticos. En niveles bajos también lleva a un incremento del apetito por los carbohidratos y problemas con el sueño, pesadumbre y desasosiego.
  • Ácido gamma-aminobutírico (GABA): Es el neurotransmisor inhibitorio más frecuente. Ralentiza la actividad cerebral. Actúa como un freno de los neurotransmisores excitatorios que llevan a la ansiedad. Tiene un papel importante en la disminución de la ansiedad e inducir al sueño, regular el dolor, la regulación motora, la visión o la cognición.

 

TEMPERAMENTO, CARÁCTER, PERSONALIDAD Y CONSCIENCIA:

Los neurotransmisores son piezas clave dentro de un complejo sistema capaz de responder, en forma de acciones, emociones, pensamientos, sentimientos, ante las cambiantes situaciones y necesidades vitales. Tan diversas como las demandas del momento son las posibles reacciones, y no hay sólo una “correcta” para cada circunstancia. Además, existen diferencias individuales en la forma de responder y de modular tales respuestas una vez aparecidas. Ante la misma situación distintas personas actuarán de maneras diferentes, con miedo o curiosidad, congoja o motivación, malestar o agrado, evitando o afrontando.

Estas diferencias se expresan como temperamento, carácter y personalidad, y tienen raíces biológicas y psíquicas. El temperamento sería constitucional, naceríamos con él, mas el carácter es adquirido. La personalidad integraría temperamento y carácter conformando una manera de sentir, actuar y de definirse (imagen de sí-autoconcepto).

Hasta aquí nuestro comportamiento, pensamiento y sentir cotidianos, que funcionan en modo semiautomático, predecible. La forma de ser. Falta la parte de nosotros que se da cuenta, la consciencia. Es el nivel superior de organización, que vertebra a todos los demás; cuerpo físico, emocional, pensamientos. Una referencia clave para transformar hábitos, gestionar nuestras emociones y disfrutar de paz.

NEUROTIPOS:

¿Qué me mueve a actuar? ¿Cómo reacciono ante un evento estresante? ¿Cómo vivo las emociones? ¿Cuál es mi ritmo ideal de vida? ¿Cómo logro lo que quiero? Las respuestas a estas y otras preguntas describen rasgos de nuestro temperamento y carácter. En cada humano se da una combinación única de rasgos, mas hay ciertas combinaciones que se repiten. Por ejemplo, en las maneras de reaccionar ante el estrés. Sea en fase de reacción ante la aparición del factor estresante o de elaboración de las respuestas adaptativas, actuarán diferentes neurotransmisores, 3 principales excitatorios (Dopamina, Noradrenalina/Adrenalina y Glutamato) y 3 principales inhibitorios o moduladores (Gaba, Acetilcolina y Serotonina) Partiendo de aquí, existirían tres patrones básicos de activación ante las circunstancias (externas e internas) y tres tendencias en la forma de gestionar las respuestas (modulación). Su combinación resulta en 9 patrones o neurotipos, descritos en el modelo DAGGAS, que se refieren a la forma preferida que cada uno tendría para activarse o modular el estrés, marcada por los principales neurotransmisores a los que se es sensible.

El perfil resultante nos da información útil para aprender a cuidarnos, pues conociendo el neurotipo del que partimos podemos implementar los cambios más adecuados para nuestra naturaleza. Al igual que ocurre con la dieta, las estrategias para sanarnos o desarrollar nuestras potencialidades han de tener en cuenta el terreno inicial.

Por ejemplo, un neurotipo GS estaría más a sus anchas en una situación previamente planificada y que requiera continuidad mientras que un neurotipo DA se crecería con los imprevistos y situaciones límite. Al igual que la estrategia más eficiente de motivación para un perfil neurotipo DG se basaría en enfatizar lo novedoso y estimulante, mientras que para un neurotipo AA sería el refuerzo social o el reconocimiento de los demás.

No existen temperamentos “malos” o “buenos”, sólo son los recursos y vulnerabilidades con los que contamos para, sabiéndolos gestionar, ir adaptándonos a lo que la vida nos exponga.

Recordemos que encuadrarse en un neurotipo no es “determinista”, nuestro temperamento base condiciona pero no obliga. Gracias a cambios en la dieta y el cuidado del cuerpo, suplementación adecuada y herramientas psicológicas y de consciencia podemos cultivar a partir de nuestro neurotipo original, el carácter, el comportamiento, actitudes, hábitos que permitan lograr el bienestar y los objetivos que nos propongamos.

Jesús Mier

Más información: www.daggas.life/#neurociencia

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